Bulimia
Las personas que padecen bulimia son incapaces de dominar sus impulsos que les lleva a comer, pero el sentimiento de culpa y vergüenza tras ingerir algunos alimentos, les lleva a una purga (vómitos inducidos o empleo de laxantes, diuréticos o ambos), regímenes rigurosos o ejercicio excesivo para contrarrestar los efectos de las abundantes comidas.
Los bulímicos tienen cerca de 15 episodios de atracones y vómitos por semana y, en general, su peso es normal, por lo que resulta difícil detectar la enfermedad. En un solo atracón puede llegar a consumir de 10.000 a 40.000 calorías.
Los síntomas de la bulimia los podemos dividir en: físicos, conductuales, cognitivos y emocionales. Entre los físicos, en primer lugar encontramos, el signo de Russell, callosidades en el dorso de la mano que se forman como consecuencia de provocarse el vómito. Se puede dar tanto diarrea como estreñimiento. Vómitos y a consecuencia de ellos pueden originarse problemas dentales como caries, perdida de esmalte y piorrea. Signos de malnutrición.
Entre los síntomas conductuales el más característico es la conducta desordenada relacionada con la comida, comer a escondidas, grandes ingestas de alimentos, periodo de ayuna entre crisis, conductas purgativas, etc. Las conductas desordenadas se dan en otros aspectos de su vida, superditan su comportamiento al propio estado de ánimo o a condiciones ambientales, pudiéndo darse por este motivo absentivo laboral o escolar y una disminución del rendimiento. Las personas con bulimia manifiestan con frecuencia amenazas de suicidio.
Entre las alteraciones cognitivas destacamos que, a diferencia del anoréxico, la persona bulímica si tiene conciencia de su enfermedad pero lo oculta por vergüenza. Aunque sí se mantienen pensamientos erróneos en relación con la comida, el peso, la figura, manifestando una preocupación excesiva por los mismos. El bulímico suele tener un autoconcepto negativo, pues su falta de control la atribuye a poca voluntad, además suele fijarse metas por encima de sus posibilidades, por lo que raramente las alcanza.
Los síntomas emocionales incluyen cambios bruscos de humor e irritabilidad, desprecio por sí mismos, ansiedad, miedo a ganar peso y deseo convulsivo de perderlo y en los casos más graves o avanzados pueden llegar a desarrollar fobia social.