Archivo de marzo de 2011

PostHeaderIcon Catalepsia: entre la vida y la muerte

Catalepsia
Perdida de movimiento voluntario

El miedo a la muerte es tan ancestral como el ser humano. Pero más que a la muerte o a lo que pueda haber más allá, también se teme al sufrimiento, a la agonía. Y no hay muerte más horrible que agonizar en tu propia sepultura: ser enterrado vivo. Aunque parezca mentira, esto ha sucedido en bastantes ocasiones.

La principal culpable de estas llamadas muertes aparentes es la catalepsia, una enfermedad del sistema nervioso que suspende completamente todas las sensaciones y provoca la pérdida del movimiento voluntario del cuerpo.

En un estado cataléptico, el cuerpo adquiere el aspecto de alguien muerto: muy bajo ritmo cardíaco, extrema palidez e incluso algo muy similar al rigor mortis. Con estos síntomas, no es de extrañar que se pueda confundir un episodio cataléptico con una verdadera defunción, sobre todo porque ese estado puede durar un tiempo considerable, en casos muy extremos, incluso meses.

Desde luego, la catalepsia es más que una enfermedad; es una experiencia cercana a la muerte que puede acabar con el paciente despertando de su letargo bajo tierra y habiendo asistido a su propio funeral. Sus causas pueden ser muy diversas, e incluso sobrevenir de manera repentina. Una derivación de la esquizofrenia, alteraciones del sistema nervioso, un severo trauma emocional, la epilepsia o incluso una consecuencia de la hipnosis, son las más conocidas.

Incluso puede ser un estado al que es posible llegar voluntariamente; muchos animales fingen así su propia muerte para huir de un peligro súbito. Hace años, cuando no existían estetoscopios o fonendoscopios para saber a ciencia cierta si alguien había fallecido, el terror a ser enterrado vivo hacía que los testamentos se llenaban de cláusulas rogando un velatorio muy prolongado o incluso que se le abriesen las venas para asegurarse de que el cuerpo de uno estaba muerto y bien muerto.

PostHeaderIcon Inteligencia emocional

Demostrar los sentimientos

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, este estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación y gestionar las relaciones.

Según esto nuestro cociente de éxito se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales y un 77% a nuestras actitudes emocionales. Se ha comprobado que el hecho de hablar sobre las propias emociones tiene un efecto sedante sobre el sistema nervioso.

Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más posibilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad.

Tenemos que aprender y ser capaces de describir nuestros sentimientos con palabras y una vez que los reconozcamos nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor, es importante hacerlo porque nuestro estado anímico influencia en gran medida lo que hagamos. Cuando esta triste, se mostrara retraído. Cuando está contento, derrochara buen humor. Pero si no sabes como estas, entonces tampoco sabe cuál es su forma de actuar más probable, y por tanto no estarás seguro de ponerla en práctica.

Es importante recordar que las emociones llamadas “positivas” pueden tener aspectos peligrosos o inconvenientes, pues el entusiasmo puede conducir a un comportamiento impulsivo. Entrenarse en el desarrollo de las actitudes emocionales permite desarrollar la capacidad de manejar las emociones idóneas para cada acción y regular su manifestación, manteniendo el equilibrio emocional; transmitiendo estados de ánimo para generar actitudes y respuestas positivas; aprendiendo a evaluar el “ costo emocional” de situaciones y acciones; desarrollando destrezas sociales, forjando y manteniendo relaciones con clientes, proveedores, colegas, etc.…; realizando un plan de aplicación en el terreno de nuestra esfera de influencia empresarial y laboral, extendiéndolo a la vida familiar y social.

La estructura emocional básica puede ser modificada mediante una toma de conciencia y cierta práctica.

PostHeaderIcon La persona asertiva

La persona asertiva es la que se preocupa de ella misma, de sus derechos y de los derechos las otras personas. Le gusta conocer a los demás en un plano de igualdad en lugar de querer estar por encima de ellos.

La persona asertiva suele ser la única de los tres tipos que acaba consiguiendo las metas que se ha propuesto. La agresiva en un principio puede creer que ha ganado, pero al final habrá sembrado un ambiente tan malo a su alrededor que nadie le será leal y no tendrá en quién confiar. La persona pasiva por lo general no se propone ninguna meta, porque está convencida de que nunca podrá alcanzarla.

Respetate y respetar
Respetate y respeta

El respeto hacia los demás y ser consciente de que también tienen sus derechos y necesidades es lo que distingue a la persona asertiva. Su meta es que todos salgan ganando, y por eso está dispuesta a negociar y a comprometerse de forma positiva.

Cuando hace una promesa siempre la cumple y ésa es la razón por la que quienes están a su alrededor confían en ella. Puesto que está en contacto con sus propios sentimientos, puede explicar a los demás cómo se siente -aunque sus sentimientos sean negativos por algo que le han hecho o dicho- y hacerlo sin ofender a nadie.

Interiormente la persona asertiva se siente en paz consigo misma y con los que tiene cerca. Se enfrenta a cada nuevo reto de una forma positiva, gracias a su confianza y a la conciencia de sus propias limitaciones.

Está preparada para asumir ciertos riesgos cuando se trata de poner en práctica nuevas ideas e invertir en nuevas empresas. A veces las cosas no funcionarán como esperaba, pero una persona asertiva sabe que todo el mundo puede equivocarse y que hay que aprender de los errores. La asertividad significa que no es necesario robar las ideas a nadie o dar una puñalada por la espalda. Cuando las cosas van bien sabe reconocer su éxito y sentirse orgullosa -que no es lo mismo que alardear- de lo que ha conseguido.

Es una delicia relacionarse con una persona asertiva. Su entusiasmo puede ser contagioso y a menudo inspirará a los demás para que tengan una visión más positiva. Puesto que no es manipuladora y no hace las cosas a escondidas, los que están a su alrededor confían en ella y cooperan.

Su serenidad interna le permite estar más tranquila y, por ende, tiene mayor capacidad para dirigir su energía a cualquier meta que se haya propuesto. Puesto que raramente tiene altibajos emocionales, su conducta ante los demás es coherente y la comunicación siempre está abierta.

Por lo que hemos dicho se entiende que una persona asertiva casi siempre se encuentra bien consigo misma. Gracias a ello hace sentirse bien a los demás.

El respeto hacia uno mismo y hacia los demás es una parte fundamental de la actitud asertiva.

PostHeaderIcon La envidia, un mal que aqueja a muchos

La envidia es ese mecanismo psicológico que no permite que nadie tenga ni sea mejor que uno.

No hay nada más envidiable en la vida, que la suerte de quien posee el juguete que uno mismo quisiera tener. De modo que en esta competencia, abierta, en la que uno ambiciona ser y tener lo que es y tiene el otro, es casi natural que el envidioso busque por todos los medios, la caída de su rival, impulsado por esa creencia innata de que nadie es tan capaz y perfecto como uno mismo.

En la envidia todo vale: la ley de la selva y sálvese quien pueda. Los envidiosos difaman, insultan, acusan y cuando no les quedan más argumentos, transforman la mentira en verdad y la verdad en basura. La envidia es el pecado capital del individuo y la hermana melliza de la hipocresía. Afecta más a los frustrados que a quienes son envidiados por su belleza, inteligencia, triunfo profesional, fama o fortuna.

Nunca concebí como el ser humano puede gozar con la desgracia ajena, y entristecerse con la felicidad del prójimo. Es un ser peligroso ¡ojo!, el envidioso se disfraza casi siempre de amigo, para causar un daño en el momento menos esperado, pues es un ser astuto que, aun siendo un pobre diablo, se ufana de tener más sapiencia y experiencia. Cuando aparece un envidioso, lo mejor es avanzar con los oídos tapados y los ojos bien abiertos, para no escuchar los falsos cantos de sirena, ni caer en las trampas que va dejando a cada paso.

envidia
Si la envidia fuera tiña…

La envidia es un arma peligrosa que, puede herir o agredir. Los envidiosos, tienen un denominador común: suelen ejercitar la maledicencia y el gusto por encontrar defectos al sujeto en cuestión, con el fin de exaltar sus debilidades y menoscabar sus virtudes.

El envidioso está acostumbrado a meter cizaña, con el propósito de lograr sus objetivos a base de engatusar y confabular mentiras.

“La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come” Quevedo.

Esta sociedad capitalista ha convertido todo en un producto, en un objeto, impulsando la competitividad malsana, olvidándonos de lo realmente importante.

La admiración a determinadas personas, no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse.

Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa, trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento, intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas, no desarrolles confianza con personas envidiosas.

Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien (proverbio árabe).

PostHeaderIcon Las máscaras internas

El carnaval es una época de colorido, donde niños, adultos, grupos, comparsas, carrozas y calles se llenan de alegría y cordialidad.

Un disfraz es un “artificio para desfigurar una cosa con el fin de que no sea conocida”. Se usan vestiduras para distinguir a personas, por su condición social o sexo, diferente a los de las personas que se disfraza. Se pueden adoptar para diferentes finalidades, ocultar la verdadera identidad o permitir realizar ciertas aventuras.

máscaras
Máscaras de carnaval

El disfraz tiene su origen en la mitología grecorromana. Consistía en colocarse una máscara de sátiro para que las ninfas accedieran a mantener relaciones sexuales, era una fiesta orgiástica y de fecundación.

A medida que se unen las tradiciones paganas y lo religioso, pierde la idea original, derivando en el carnaval actual.

E l ser humano ha utilizado el disfraz para simplemente divertirse, pero también liberar impulsos y los deseos más reprimidos y hasta para cometer crímenes. Quizá sea esta la razón que convierte al disfraz en una autentica desdramatización de los deseos más recónditos de la personalidad-

El verdadero éxito del disfraz reside en quien lo lleva no sea reconocido como la persona que es, sino como la deseada, permitiendo modificar nuestra realidad, para realizar un sueño. El pobre se puede convertir en príncipe, el bueno en malo, el hombre en mujer, el blanco en negro…Las personas encarnan por unas horas, la vida de aquellos personajes que siempre les hubiera gustado ser.

Cualquier disfraz o máscara, refleja algo que nosotros mismos no nos atrevemos a revelar cuando nos vestimos. El individuo se libera de su identidad y sale a la calle para dar rienda suelta a la libre manifestación de su cuerpo y del espíritu. El disfraz permite sacar temporalmente la máscara que siempre llevamos. La sociedad impone ciertos roles que a veces enmascaran nuestro verdadero ser, una parte de nosotros mismos esta enmascarada, y  cuando nos disfrazamos, nos permitimos ser, como en realidad quisiéramos y después nos volvemos a colocar la máscara de nuestra personalidad socializada.