El poder de la palabra
A través de la palabra es posible la comunicación, es posible comprender y hacernos comprender; sin embargo el poder de la palabra va mucho más allá que el simple intercambio de ideas: sirve para cautivar y convencer.
El lenguaje gestual que acompaña al oral es tremendamente importante y no debe ser obviado, potencia o descalifica el mensaje a transmitir. Si se quiere convencer hay que conocer a quien se tiene enfrente para intervenir con el discurso apropiado, entendible y sugerente a la vez.
Una vez en escena se debe captar, de inmediato la atención de los presentes, un recurso infalible es comenzar con algo que no esperan, una anécdota, un chiste conveniente, una breve historia. Otra estrategia magnífica de un orador es la voz, jamás se debe utilizar el mismo tono, es monótono y disminuye el nivel de atención. Educar la voz es fundamental, la técnica es sencilla se trata de grabarle y escuchar el efecto, nosotros seremos nuestros mejores críticos. El uso de la metáfora, es infalible para infiltrar la idea deseada. Otra cualidad para seducir con la palabra es la simpatía, o en su defecto, la cortesía y amabilidad. Hay dos cosas que el público no perdona: la antipatía el aburrimiento.
La presencia física también es importante, es la gran tarjeta de presentación y conviene cuidarla. El secreto está en la “cuidada naturalidad”. Sencillez, naturalidad y elegancia de vestir y de movimientos.
En última instancia con las ideas es preciso mover los sentimientos, se trata de cautivar y convencer. “Si el auditorio mueve los traseros en los bancos, es que tu no estas moviendo los corazones”.
Las palabras que utilices al pensar pueden tener un efecto poderoso en tus emociones y tu estado de ánimo, de modo que es importante elegirlas con cuidado, de manera que puedes cambiar unas palabras o frases por otras. Si, lo pones en práctica, descubrirás que te ayudan a sentirte mucho mejor, y podrás comprobar el poder que tiene el pensamiento y la importancia de usar un modo de pensar constructivo y realista. Sustituye palabras como siempre, nunca, jamás por palabras como a menudo, de vez en cuando, con frecuencia, casi siempre….Debo por deseo, tengo que por me gustaría. Es terrible por es bastante malo.
Sustituye todo aquello que sea extremista, absolutista, de todo o nada o exagerado. El objetivo es usar un pensamiento flexible, sin rigidez, que no se vaya a un extremo. Al cambiar de este modo tu forma de pensar, de hablar contigo mismo, cambiaras también tu modo de sentir.