PostHeaderIcon No tengo autoridad

En un mar de palabras, la suya no parece tener importancia alguna. Pretenden imponerse, marcar las reglas de un juego que no puede arbitrar. Buscan tener autoridad, esperan obediencia pero, por más que lo intentan, no lo consiguen.

Nuestro mundo gira en torno a las relaciones sociales que entablamos con los demás. Algunas las recogemos otras no y, a veces, en esos intercambios es esencial tener autoridad. Dirigiéndonos a nuestro hijo, en el trabajo o, simplemente en una mera exposición de opiniones, necesitamos imponernos. En multitud de ocasiones, la falta de autoridad proviene de la aceptación de determinadas actitudes que no son correctas, para que un niño logre el equilibrio psicoafectivo adecuado es necesario ofrecerle “dialogo y cariño, pero sabiendo decir no, imponiéndole límites”, en ciertos ámbitos se hace imprescindible el ejercicio de autoridad.

no tengo autoridad

Autoridad entre el padre a su hijo

A menudo, asociamos la idea de falta de autoridad a quien no es capaz de imponerse cuando su rol (situación personal, profesión) se lo exige. Sin embargo esta situación puede darse también entre iguales. Es más difícil tener autoridad en la amistad porque las conversaciones se esquivan, las personas con más carácter disuaden las conversaciones y las dirigen hacia sus propios intereses. Al no haber normas pautadas, para poder intervenir solo cabe el consenso.

La gente incapaz de hacerse respetar suele ser tímida y además no confía en sus capacidades, no tener el respeto que nos merecemos puede provocarnos inseguridad y frustración, alcanzarlo no solo desarrolla de forma  armónica nuestro entorno, sino que mejora nuestro estado de ánimo. Tenemos que aprender a ser condescendientes con nosotros mismo y con los demás, sin olvidar tener en cuenta que nuestra respuesta repercutirá en todos.

La autoridad se adquiere, se gana y se tiene que mantener. Algunos roles exigen muestras de firmeza continuas que no conviene descuidar con el paso del tiempo. Qué hacer? Sobre todo creer en ti misma, manteniéndote firme cuando la situación lo requiere. No te contradigas pues las contradicciones graves pueden mermarla. Cuida el tono y los gestos, para ganar respeto, muestra seguridad en tu tono de voz y trasmite con tus gestos que tu postura es la razonable, no es necesario mostrarte agresivo, se puede trasmitir con movimientos armónicos, pero firmes.

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